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Julia con su nieto Ángel
La difícil vida de una valverdeña
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La difícil vida de una valverdeña

Su primer recuerdo, cuando tenía 4 años, es la muerte de su abuelo en la guerra por un ‘moro’ de gatillo fácil. Después la lucha diaria de su madre y de ella por sacar adelante a su familia en tiempos de escasez

Fernando Negrete

Miércoles, 17 de enero 2018, 07:00

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En el mes de julio de 1936, sólo unos días antes del inicio de la Guerra Civil española, Julia Aliseda Nogales, recién cumplidos los 4 años de edad, fue llevada por su abuelo a que la retrataran en un pequeño estudio fotográfico que había en la esquina de la calle Félix Rodríguez de la Fuente con El Altozano; unas semanas después se produjo un trágico suceso que aquella niña siempre guardó en su recuerdo. El 20 de agosto, la guerra se cobró la primera víctima en las calles de Valverde de Leganés. Un disparo quitaba la vida de Juan Nogales Benítez, de 60 años de edad en la calle Goleta.

Julia, su nieta, nos relata el trágico suceso: Días antes de que mataran a mi abuelo, se había dado órdenes en el pueblo de que cuando llegaran las tropas del ejército de Franco, se abrieran las puertas de todas las casas. Aquel día llegaron a Valverde los Regulares, a los que se les llamaban moros. Mi abuelo había abierto la puerta de su casa en la calle Miguel Granadilla y se dirigía a abrir la posada en la Goleta de la que era posadero. En esos momentos llegaron los soldados por la calle de los Riscos y mi abuelo, asustado, corrió para llegar a la posada; un moro le dio el alto, pero él, nervioso y atemorizado, se refugió dentro y cerró la puerta. El militar corrió hacia la posada mientras que varias personas entre las que se encontraba Luis Delicado y su madre que vivían en la Esquina de Los Silos, le gritaron que Juan era una buena persona y se había refugiado porque se había asustado. Todo fue inútil, el soldado disparó por la cerradura de la puerta y la bala lo alcanzó causándole la muerte.

Bien llevados 85 años

Nuestra protagonista es conocida en la localidad como Julia la Pega por haberse casado con Luis el Pego. La del medio de siete hermanos, nació el 8 de julio de 1932. Ahora, a sus bien llevados 85 años, hace un balance que nos inició con el suceso de su abuelo antes relatado.

Hija de Juan Aliseda Martín, natural de Talarrubias y esquilador de profesión, y de Asunción Nogales Gallardo, vivieron de alquiler en la calle Miguel Granadilla, allí nacieron los siete hermanos, Asunción, Juan, Gregorio, Julia, Enrique, Jacoba y Laura, de los que ya han fallecido los varones.

Cuando Julia tenía diez años, falleció su padre, se tuvieron que ir a vivir a los altos del Centro como era conocida por entonces la Casa del Pueblo.

Su madre, viuda, y los siete hermanos entre 14 años la mayor y seis meses la más chica, pasaron años de apuros y de escasez, que, si ya eran considerables para la gran mayoría de vecinos, para ellos, mucho más.

Barriendo casas

Lo poco que ganaba su madre lavando ropa, haciendo matanzas o dulces, era insuficiente y obligó a que fuera muy poco tiempo a la escuela de doña Pastora en la plaza. Había que ayudar y se dedicaba a barrer casas, fregar la taberna de la señora Carmen la Fraila en la Esquina de Figuete donde estuvo el Bar de Fifi, o rebuscar las cáscaras de fruta que se tiraban de la fonda del Chiquinino (hoy Marín Asesores) al arroyo para llevarlas a alguien que las quisiera para los guarros a cambio de algún dinerillo.

Recuerda esa época con tristeza por las necesidades pasadas, pero a la vez con la satisfacción de lo bien que siempre se llevaron los hermanos y que a pesar de las muchas carencias siempre tenían tiempo para jugar y reir.

Como muestra de aquellas penurias, Julia trae a su memoria un par de estrofas que le cantaba a la Virgen en las procesiones. La primera se refería a que, aunque tuvieran cartilla de racionamiento, no podían usarla por no tener dinero, y la segunda hacía alusión a su situación particular:

Virgen de la Soledad

te lo pido de rodillas,

que se acaben las raciones

y se rompan las cartillas

Como soy tan pobrecita

y no tengo vestido blanco

pido a la Virgen María

que me cubra con su manto

A los 15 años se marchó a servir en el cortijo La Majá Colorá de Alconchel con Jaime Antúnez y María Bravo Sandín, donde siempre fue tratada con cariño como una más de la familia. Allí estuvo 5 años, al regresar a Valverde se enamoró de Luis Martínez Guerrero, amigo de sus hermanos, con quién se casó a los 24 años. Luis era yuntero y también trabajó en el lagar y en la construcción. Se fueron a vivir a la calle Miguel Granadilla, allí nacieron Juli y Luis, cuando los familiares de Luis se marcharon a Sabadell, se mudaron a la calle Larga donde nacieron sus otros dos hijos, Juan Antonio Ñoño y Jóse, y donde, además del trabajo del Canito, siempre tuvieron un buen número de cabras que él cuidaba y de las que Julia elaboraba unos sabrosos quesos que eran una ayuda a la casa con su venta.

Una fecha triste

Así llegó otra fecha triste para Julia, es el 4 de octubre de 2013 cuando a los 87 años fallecía su canito como ella llamaba y llama a su marido y del que nos dice que recuerda continuamente y al que siempre quiso con todo su corazón. La pena de su marcha ha sido aliviada en parte por la reciente llegada de un nuevo nieto, Ángel, hijo de `Ñoño`y Mª Carmen Espejo, que se une a sus otros dos nietos, Laura y Elías, hijos de la Juli.

Quiere Julia recordar a sus amigas de joven, Luisina, Juliana, África, Candela y Laura, así como a las vecinas más mayores de la calle Larga con las que siempre se llevó muy bien, Laura a la que echa mucho de menos, Trini, Angelita, Antonia, Julia y Pepa.

En recuerdo de su madre, nos cuenta que, con la llegada de la democracia, le daban 500.000 pesetas considerando que su padre había muerto en acto de guerra y como ella decía que había sido asesinado, renunció a ellas. Posteriormente su hijo Enrique le arregló, en contra de su voluntad, una paga de orfandad.

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