El 22 de agosto de 1936, Valverde fue ocupado por las tropas de Franco
La ocupación por militares y falangistas causó dos víctimas mortales
Fernando Negrete García, Cronista Oficial de Valverde de Leganés
Domingo, 22 de agosto 2021, 18:52
Algo más de un mes después del inicio de la guerra civil, el 22 de agosto de 1936, Valverde de Leganés fue ocupado por las tropas de Franco. Se cumple ahora el 85 aniversario. El hecho causó dos víctimas mortales. Una de ellas fue Juan Nogales Benítez, conocido como 'Lagarto'. En HOY Valverde de enero de 2018, su nieta, Julia Aliseda Nogales, 'Julia la Pega', relataba ese trágico suceso.
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Ahora traemos a estas líneas el caso de la segunda víctima; nos lo envía desde las Islas Canarias, Pedro Cabezas Leal, que ya ha colaborado con este periódico en otras ocasiones.
Pedro nació el 10 de agosto de 1927 en Talarrubias. Era hijo de la maestra doña Pastora Leal Galván, que ejerció en Valverde de Leganés desde 1935 hasta 1943, por lo que la familia pasó la guerra civil y primeros años de la postguerra en nuestro pueblo. Pedro estuvo desde los ocho a los dieciséis años en Valverde y guarda muchos recuerdos de esa etapa de su vida entre nosotros. Ahora vive con su hija Mónica en Canarias donde se han afincado desde hace cuatro años procedentes de Venezuela.
En enero de 2018, Julia 'la Pega', nos contó la muerte de su abuelo, juan Nogales Benítez 'Lagarto'
Según 'Julia la Pega', que fue alumna de doña Pastora, vivieron en la conocida como 'Huerta de Vito o Huerta de Agustín', que estaba situada entre el arroyo y El Egidito.
Poco después de llegar dicha familia a Valverde, Pedro nos dice que se incorporó a la plantilla de monaguillos de don Ricardo que por entonces era el cura e hizo los primeros amigos, entre los que destaca a Juanaco y a Pepín el de la botica.
La Guerra
Pedro Cabezas Leal, tenía 9 años cuando militares y falangistas ocuparon Valverde de Leganés. Nos cuenta sus recuerdos de entonces:
«… para mi familia, la verdadera guerra civil empezó en la mañana del 22 de agosto de 1936. Vivíamos en una pequeña huerta a las afueras de Valverde, de aproximadamente una hectárea, teníamos gallinas, conejos, cerdos y algunos patos en las dos albercas que había y en un riachuelo que tenía agua todo el año, árboles frutales, recuerdo membrilleros, ciruelos, un nogal, varios olivos y matas de moras.
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Ese día, a media mañana, llegó la confusión. Por el arroyo aparecieron varios hombres armados de fusiles, vestían de civil y empezaron a disparar al aire para asustarnos a todos.
¡Hola Carmelo! Le dijo un falangista a un amigo de mi padre que llevaba unos días en mi casa de paso para Portugal.
¡Manos arriba, estas detenido! El falangista dijo: «¡sargento, buena presa hemos encontrado, este sujeto es recaudador de Hacienda de mi pueblo, Almendralejo, y se sabe que viene huyendo para escapar por la frontera con una maleta con dinero!».
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Carmelo era de Almendralejo, invitado de mis padres y lo mataron en la herrería
Se lo llevaron preso acompañado de mi padre, don Pedro Cabezas Fernández, que era un conocido socialista intelectual y miembro de la Casa del Pueblo. Se llevaron a Carmelo a la plaza de la Constitución donde había un local que hacía como cárcel, allí ya tenían varios detenidos; empezó la gente que se había reunido a cantar el himno de la falange, el cara al sol con la camisa nueva que tu bordarte en rojo ayer…. En este momento se formó un alboroto, uno de los presos se escapó, y sonaron varios disparos de fusil, todo el mundo se tiró al suelo, las mujeres gritando, los niños llorando y la gente dejo de cantar, nuestro invitado Carmelo se fue de bruces, le habían herido en el codo del brazo derecho, caminaba tambaleándose y logró llegar a la herrería, allí lo apresaron, y mandaron salir a los empleados, cerraron las puertas y sonaron muchos tiros, habían matado a Carmelo.
Empezó la tragedia para mi familia, desde este momento todos los días iban a mi casa los falangistas para buscar los bártulos de Carmelo, buscaban la maleta que decían contenía varios millones de pesetas, revisaron en la huerta, en los árboles, en las acequias, en todas partes, hasta el corral de los conejos. Nunca apareció la maleta, hasta desenterraron a Carmelo para ver si tenía alguna pista; varios días después se llevaron a mi padre en un camión en el que traían más presos, entre ellos varios homosexuales, varias mujeres y cabecillas del partido republicano. El sargento que iba al mando ordenó un desvío de la carretera, mandó a todos los presos a cavar su propia tumba, se salvó mi padre porque creían que sabía algo del dinero de Carmelo, a todos los demás, los fusilaron».
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