«Comencé dibujando las vacas de la finca el Quiñón, donde vivíamos»
Manuel de la Encarnación, Artista del Realismo ·
El valverdeño, afincado en Badajoz, ha expuesto gran parte de su colección en la sala de exposiciones del Centro del ConocimientoManuel de la Encarnación, Artista del Realismo ·
El valverdeño, afincado en Badajoz, ha expuesto gran parte de su colección en la sala de exposiciones del Centro del ConocimientoNecesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Miércoles, 19 de octubre 2022, 08:02
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El pasado 7 de septiembre, durante las celebraciones del Día de Valverde de Leganés y el Día de Extremadura, tuvo lugar la inauguración de una nueva exposición en la sala del Centro del Conocimiento. En esta ocasión, el autor de la muestra fue Manuel de la Encarnación Jorge, natural de Valverde, pero residente en Badajoz.
Este artista de 65 años de edad, es hijo de Manuel y Julia, y hermano de Julia, Mariana, Felipa y Joaquín Enrique. Despertó su curiosidad por el mundo del dibujo a los 6 años de edad. «Mi afición por la pintura viene por una caja de lápices de colores que me regalaron por los reyes mis abuelos maternos, Felipa y Joaquín», explica.
Según cuenta, comenzó a dibujar las vacas del campo donde vivían, en la finca el Quiñón. Más tarde ganó un concurso escolar que se celebraba por medio de una marca de chocolate, y así se fue introduciendo en el mundo de la pintura. Con 11 años sus padres se trasladaron a Badajoz, y en los colegios también consiguió otros premios, haciendo que poco a poco, la pintura le gustara más. Por ello, con 16 años se apuntó a la Escuela de Artes y Oficios donde permaneció tres meses, y después pintó esporádicamente siendo autodidacta, recibiendo varios primeros premios y segundos, más algún que otro accésit.
Manuel compaginó la pintura con su vida laboral como funcionario en el Archivo Histórico Provincial de Badajoz y como rotulista en su propia empresa de publicidad, todo ello sumado a su vida familiar, estando casado con Margarita y siendo padre de Francisco, Iván, Fátima Soledad y Margarita.
Más tarde volvió a la Escuela de Artes y Oficios, y asistió a la Academia de Arte Simancas. En 2017 hizo un curso de dibujo a lápices de colores con Paco Martín Domínguez, una masterclass impartida por Diego Fernández Columé y un curso de pintura al aire libre a cargo de Fermín García Sevilla.
En 2020, coincidiendo su jubilación con el confinamiento, retomó la pintura. «A los 63 años me jubilé, pudiéndome dedicar de lleno a la pintura hasta el día de hoy. Me he presentado a concursos internacionales del realismo y he conseguido ser seleccionado para los catálogos especiales, entre 80 países. Mi primera exposición fue en mayo de 2022 en el Museo Luis de Morales de Badajoz».
Como todo artista, Manuel siente devoción por personajes que de una forma u otra le han marcado, «Bartolomé Esteban Murillo es mi pintor favorito. Pero de los actuales, hay varios, como Eduardo Naranjo, Javier Arizabalo, Jaime Valero, Carlos Pulido, Paco Martín, Diego Simancas, Fermín García Sevilla, etc.».
En la muestra expuesta en Valverde de Leganés se pudieron ver obras muy interesantes y en especial, muy realistas. Según dice Manuel, le gusta hacer su pintura «como si fuera una fotografía», y por ello muestra que pintando se puede superar los resultados de las cámaras fotográficas. «Podría dejar los cuadros terminados con las primeras pinceladas, pero a partir de ese momento es cuando comienzo a disfrutar de la pintura, que es de lo que se trata, de disfrutar pintando».
Todos sus trabajos tienen un completo proceso de creación que comienza cuando sale a pintar al natural, manchando en la mayoría de las ocasiones con acrílicos, para terminar los cuadros en casa con óleos y con previa fotografía, para captar la luz de la hora donde empezó a pintar del natural y en el estudio retratos por fotografías. En este proceso, para Manuel «el cerebro es el factor más importante, antes que el ojo o la mano, ya que primero tenemos que crear el cuadro en la mente y lograr tener las cosas claras».
Pero el valverdeño no solo se ha centrado en el realismo. También ha querido explorar otros caminos. «Si Dios me lo permite, probaré con el impresionismo porque todos los pintores del renacimiento empezaron con ello académicamente, pero fue al final de sus carreras cuando se soltaron gracias a su experiencia».
El arte puede despertar muchos sentimientos en los espectadores y en este caso, Manuel busca que «gusten mis obras tanto como me gustan a mí, disfruto haciendo que a las personas les gusten mis cuadros. Pinto para el público y si al público le valoran mi trabajo, soy feliz».
Hoy en día, la tecnología está marcando las tendencias actuales. Manuel no cierra las puertas a este mundo. Su familia, además, se siente muy orgullosa de todo lo que hace, ya que lo hace porque le gusta. Por ello, finaliza Manuel, «continuaré aprendiendo cada día, me queda mucho recorrido por delante».
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