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María Rodríguez Parra
Tras 50 años, María Rodríguez Parra por fin presencia la Semana Santa valverdeña
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Tras 50 años, María Rodríguez Parra por fin presencia la Semana Santa valverdeña

Vive en una casa alquilada en la calle Félix Rodríguez de la Fuente y por primera vez, desde que se fue, ha presenciado la Semana Santa, sintiendo una especial emoción debida a sus sentimientos religiosos

Fernando Negrete

Sábado, 9 de abril 2016, 16:32

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María Rodríguez Parra Mari la de Santiaguino tenía 25 años cuando se marchó a Madrid. Acababa de perder a su padre, su madre había fallecido cinco años antes, su hermano, Santi, más joven que ella, ya se había marchado a la capital de España, y aquí en Valverde, el futuro era más negro que blanco. Se le presentaban a Mari todas las circunstancias negativas de aquellos años y al igual que más de 2.500 valverdeños, se vio obligada a abandonar sus raíces en busca de un futuro que aquí no tenía.

Nos recuerda con pena la tristeza del día en que se marchó de Valverde, un 10 de septiembre de 1967, pocos días antes de la Feria del Cristo, dejando familiares y amigos de infancia y juventud. La misma nostalgia expresa cuando trae a su memoria los años de escuela en los locales de La Cachucha con doña Hortensia y doña Antolina, que en los meses de frío lo aliviaban con los

braseros que ellas y sus compañeras le traían de la panadería de Ladona en las traseras de la Iglesia, y también como le caían los reyes una muñeca de trapo que le hacía su madre, que era modista y a su hermano un juego con herramientas de carpintero agarradas a un cartón con gomas y una cajita de mazapán; solo disfrutaban del mazapán porque la muñeca y el juego se guardaba para los años siguientes, hasta que Santi se cabreó y arrancó las herramientas rompiendo el catón para jugar con ellas, y por su parte, Mari cogió la muñeca y la enterró en el corral de su abuela para que no se la regalaran más. Igualmente se acuerda de sus amigas de juventud con las que disfrutaba de los bailes, romerías, la feria, los amigos, Laura la del Centro, Julia la Parda, Alfonsa Rodríguez, Isabel la Señorita, Carmen la Cuernita e Isabelina. Nos dice que a estas dos últimas ha estado 50 años sin verlas y hace un par de años hicieron una reunión en Madrid y por fin volvieron a verse durante un fin de semana.

Mari se fue a Madrid ya con trabajo en el servicio doméstico con don Santiago Arévalo, propietario de la finca de la Gineta y que tenía un importante despacho de abogados en Colón. Estuvo tres años con dicha familia, interna el primero, después alquiló una habitación con derecho a cocina y baño, y su hermano que hasta entonces vivía en casa de Joaquina la Canaria, se fue con ella; así estuvieron cuatro o cinco años, hasta que Santi se fue a Barcelona con un trabajo en pinturas Bruguer y ella se compró un apartamento en Vallecas que ha sido su domicilio hasta que se ha venido a Valverde.

Tras los tres años con los Arévalo, trabajó con familia Uribe de Huete (Cuenca), propietarios de una bodega, con quienes estuvo 36 años, hasta que se jubiló en el 2012. Desde entonces siempre tuvo en mente venirse a vivir a su pueblo, comenzó viniendo un mes, luego dos, luego treshasta que vendió su piso y definitivamente se afincó con nosotros. Ahora tiene su domicilio en una vivienda alquilada en la calle Félix Rodríguez de la Fuente y por primera vez, desde que se fue, ha presenciado la Semana Santa de su pueblo, sintiendo una especial emoción debida a sus sentimientos religiosos.

De nuevo asoma la melancolía a su expresión, cuando recuerda que estuvo siete años sin venir por aquí porque tenía que trabajar el mes de vacaciones que le correspondía para ahorrar con la ilusión de comprarse una vivienda. También trabajaba los fines de semana en un salón de bodas (Salones

Venecia). En este trabajo le sucedió una anécdota que nos relata casi con lágrimas en los ojos: estando con las tareas propias de una boda, vi como un niño de pocos años entraba en la cocina pidiendo un vaso de agua, a pesar de que nos tenían prohibido atender en aquel sitio, me interesé por lo que quería y cuando me pidió el agua, me dio por preguntarle que de donde era, y no sabéis el vuelco que me dio el corazón cuando me dijo que era de Valverde, le insistí y me aclaró que de Valverde de Leganés. Me puse muy nerviosa y emocionada y cuando me dijo que se llamaba Juan Fernando y que estaba allí con sus padres, Juan Gutiérrez y Laura Antúnez y otros familiares, pedí permiso para salir al salón y allí me encontré con el grupo de valverdeños que habían acudido a Madrid a la boda de un familiar. El encuentro fue muy emotivo y cada vez que lo recuerdo se me pone la carne de gallina.

Para terminar, Mari nos asegura que está muy contenta aquí, como prueba afirma que vino mala con un fuerte dolor de vesícula y ya se ha curado, incluso ha puesto los 7 kg que había perdido. Disfruta en su ambiente de su jubilación, del pueblo, del ganchillo y de sus amistades y familiares, especialmente de su tía Camila, única hermana de su madre que vive y que está algo más recuperada de sus achaques.

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