Fernando Negrete García
Martes, 9 de marzo 2021
Doña Pastora Leal Galván, fue una maestra que ejerció como tal en Valverde de Leganés, desde 1935 hasta 1943, periodos de guerra y postguerra que marcaron a todas las generaciones de esos años y a sus descendientes.
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Muchas valverdeñas octogenarias conservan en su memoria haber sido alumnas de doña Pastora, y otras que no fueron a su escuela en la plaza de la Constitución, la recuerdan porque oyeron hablar de ella. Sin duda, en los nueve años que permaneció en Valverde, dejó una profunda huella que aún perdura.
En sus años de formación como maestra eran muy reducidas las personas que reivindicaban los derechos e igualdad de las mujeres con respecto a los hombres. Con el reciente 8 de marzo, jornada en la que se celebra el Día Internacional de la Mujer, recuperamos la figura de esta maestra, cuya personalidad queda retratada en el texto publicado por el periódico Correo de la Mañana en el que informa de la conferencia que doña Pastora, con sólo 19 años, como alumna de la Escuela Normal de Maestras, desarrolló en 26 de febrero de 1920 en el Ateneo Científico y Literario de Badajoz y que llevaba como título «El Feminismo».
Ya de por sí, el título de la conferencia, nos invita a leer las reflexiones de su autora sobre las inquietudes feministas que se atrevió a exponer hace 101 años ante un foro de personas destacadas de la época, como el presidente del Ateneo pacense, José López Prudencio, directora y director de las Escuelas Normales de Maestras y Maestros, profesorado, delegado regio de primera enseñanza, etc.
«Ocupa la tribuna la señorita Pastora Leal Galván, que es recibida con una verdadera salva de aplausos. Tras de un sencillo introito en el que, vanamente, trata de disculpar , pues todos sabemos las dotes envidiables que adorna a tan distinguida alumna, expone el sugestivo título de su tema: «El Feminismo».
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Ferviente partidaria ¿cómo no? del derecho femenino, hace una ferviente defensa de la mujer, de la que dice fue rehabilitada por Dios en el Paraíso terrenal cuando al instituir el matrimonio concedió ipso facto iguales derechos a nuestros primeros padres.
Por saber más –dice– no es una mujer menos mujer como tampoco deja de serlo por tener más consciencia, más voluntad, por haber adquirido más medios de defensa con que defender a sus hijos sin ayuda ajena; por ninguna de estas causas correrá el peligro de acercarse a ser hombre; por el contrario, será más mujer cuanto sea más ilustrada, más perfecta. Y ese derecho que la mujer tiene a perfeccionarse, a vivir plenamente, que ya ningún hombre discute porque todos reconocen, es lo que constituye el verdadero, el único feminismo.
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Rebate a continuación la tesis de los antifeministas, según la cual el feminismo conduce al celibato; están en un error –dice–; el verdadero feminismo existe en el hogar, y otro error craso es el creer que el feminismo es una doctrina desaforada, un sueño de pobres solteronas que no han encontrado asiento en el banquete del amor. Grandes risas, seguida de una gran ovación.)
Además –agrega- ¿si la ley civil considera a la mujer como un ser inferior al hombre, moral e intelectualmente, por qué la ley criminal le impone iguales penas?
Extiéndese después en consideraciones admirablemente expuestas sobre la labor de la mujer en la pasada guerra.
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Aconseja a los hombres que, desechando prejuicios, ayuden a la mujer en sus justas aspiraciones, aumentando con ello –añade– vuestro prestigio y el de vuestro pueblo.
Cuando nosotras gobernemos –dice humorísticamente la señorita Leal – ya veréis como varían las cosas: por lo menos no estarían las calles tan sucias como están. (Risas.) Y se me ocurre pensar: si nuestra digna directora, la señora Morán, que tan acertadamente desempeña su cargo, obtuviera alguna representación en las Cámaras parlamentarias ¿creéis quizá que no había de hacerlo mejor que cualquier político por muy hábil que sea? (Grandes risas: La señora Morán hace signos de asombro.)
La mujer –termina diciendo – es digna de que se le estime y considere con igualdad de derechos. La mujer es madre educadora de sus hijos y por consiguiente de la sociedad. Así concibo yo el feminismo.
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La señorita Pastora Leal fue objeto, al terminar, de una calurosa manifestación de simpatía».
Sirva esta información para homenajear a la conferenciante y a todas las mujeres que de una manera u otra reivindicaron en aquellos primeros años sus derechos. Dejamos para otro capítulo nuevas informaciones sobre esta maestra y su familia en sus años de estancia en nuestro pueblo.
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