Mujeres de Valverde: Luisa Marín
La caída de un pino en la carretera de Badajoz le causó la muerte en 1992
Fernando Negrete García, Cronista Oficial de Valverde de Leganés
Sábado, 14 de agosto 2021, 08:00
La calle de Valverde de Leganés que une la calle Goleta, en la zona conocida como «Esquina de los Silos» y desde hace unas semanas Plazoleta de la Diversidad, con la carretera de Olivenza, tiene el nombre de Avenida de Luisa Marín. A mediados del siglo pasado, esa calle era un callejón que daba servicio y acceso a los olivares de la zona que actualmente se encuentra urbanizada en varias barriadas, y era conocido como «Callejón de la Culona». Por entonces la vecina de Valverde de Leganés, Luisa Marín, se hizo en el olivar de su propiedad, una casa de estilo chalet, donde fijó su residencia, siendo la primera y única vivienda de la zona en muchos años, por lo que desde entonces el callejón pasó a llamarse «de Luisa Marín» y conforme se fue urbanizando, el ayuntamiento le asigno el nombre de Avenida de Luisa Marín, como actualmente se denomina.
Con la ayuda de su sobrino Esteban Rastrollo Martínez, recordamos quién fue Luisa Marín Mira.
Nació el 13 de noviembre de 1908, junto a la iglesia de San Bartolomé, en la casa de la Plaza de Luis Chamizo haciendo esquina con el Callejón de Monroy; allí vivió hasta que se construyó su chalet en el olivar anteriormente mencionado. Hija de Joaquín y Matilde, tuvo tres hermanos, Joaquín, Isabel y Matilde; vivió y murió soltera.
Su fallecimiento se produjo en un accidente de forma trágica a los 84 años de edad, cuando un enorme pino aplastó el coche en el que viajaba con su sobrino Jesús que salvó su vida de forma milagrosa, pero que sufrió heridas muy graves que le dejaron secuelas que perduran actualmente.
Era hija de comerciantes y propietarios pudientes y recibió buena educación, que entonces se impartía principalmente en casa, destacando su afición al piano en el que alcanzó un nivel digno.
Fue una mujer muy independiente para la época en que vivió, de hecho, muy joven se emancipó legalmente de sus padres; tenía un profundo sentimiento religioso orientado hacia la solidaridad con los más necesitados, especialmente a los niños desfavorecidos a los que siempre prestó atención. Acogió a una niña, Isabelita, con la que convivió siempre como si fuera su hija; precisamente su accidente mortal sucedió cuando regresaba a Valverde de visitarla en el hospital donde se encontraba ingresada a consecuencia de haber sufrido un infarto que por suerte superó.
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Luisa Marín tenía una imaginación desbordante que la plasmaba en las destrezas artísticas. Muy cercana a la juventud, se rodeó de un grupo de jóvenes con las que organizaba las carrozas de San Isidro siempre con gran belleza y perfección, inspirándose en las ilustraciones de los cuentos de Pipo y Pipa de Salvador Bartolozzi publicados en los años 30. Suyas fueron carrozas como El Águila, El Cisne, La Rosa y la Mariposa, etc., en las primeras romerías a mediados de los 40. Tocaba el armonio de la parroquia para acompañar las celebraciones de la iglesia y era tradicional su himno de España en el momento de la consagración. Pero cuando le preguntaban por el himno de España siempre decía que lo que tocaba era la Marcha Real.
Dedicó mucho tiempo a una Asociación valverdeña de Las Hijas de la Inmaculada Concepción, constituida por mujeres de Valverde y dedicada a la formación religiosa de las jóvenes y a los actos de beneficencia y caridad.
Luisa siempre tuvo su casa y las manos abiertas para quien pasó alguna necesidad. Todavía viven personas que le estuvieron muy agradecidas y que recuerdan cómo donaba o les hacía ropa a los niños más necesitados.
Cabe destacar la buenísima amistad que mantuvo con unas maestras de la postguerra de eran de Valladolid, doña Eufemia y doña Clementina, de las que se ocupó y protegió en su casa pues, al parecer, tenían antecedentes republicanos y no estaban muy bien miradas. Esta amistad la continuó cuando se marcharon de Valverde. Luisa pasó buenos veranos con ellas en Santander y en el País Vasco.
Fue una mujer independiente y con un profundo sentimiento religioso orientado hacia la solidaridad
Una anécdota de Luisa Marín con el que había sido alcalde de Valverde de Leganés tras la guerra civil, Juan Forte Merino, nos muestra el carácter y temperamento de esta mujer. Tenía Forte un perro caniche con muchas lanas, bonito y muy mimado, que paseaba mucho por las calles junto a su mujer, Carmen Pantoja.
El exalcalde siempre estaba dando la lata a Luisa por lo que se preocupaba con sus sobrinos y se reía de ella porque paseaba e iba con ellos a todas partes.
Luisa, cansada de sus burlas, vio un día al perro de Forte y con zalamerías, aprovechando un descuido del dueño, consiguió meterlo en el patio de su casa y lo cerró con llave.
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Poco después pasó Forte preguntando a Luisa si había visto su perro, cosa que ella negó. La búsqueda del caniche no dio ningún resultado y cuando regresó a su casa y le contó a su mujer que había perdido el perro, el llanto y el disgusto de Carmen fueron de época y las vueltas que dieron al pueblo, ella y su marido, fueron inagotables y él contagiado de la llantina de ella. Todo el pueblo se enteró. Al otro día, Luisa llamó a Forte y a Carmen y les preguntó si el perro que había recogido y lo tenía en el patio era el suyo y que vinieran a verlo. Pasaron del gran disgusto a la gran alegría, quedando muy agradecido con Luisita, como así la llamaban, pero la anécdota sirvió de guasa para mucho tiempo.
Luisa, en un aparte, llamó a Forte y le dijo: «si has llorado tanto por haber perdido el caniche, que no es más que un perro, imagínate lo que siento yo cuando pierdo a mis sobrinos por la calle y no los veo». No hay que olvidar el cargo que poco tiempo atrás había desempeñado Juan Forte como alcalde, lo que deja al descubierto la retranca que tenía Luisa Marín.
Como recuerdo de esta anécdota y que demuestra el alcance que tuvo, quedó para los niños de aquellos años y posteriores, la frase «¡¡anda, que eres como el perro Forte!!» que se le decía a los niños que eran muy mimosos y lloraban enseguida por cualquier cosa.
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