Ostras en Valverde de Leganés
Fernando Negrete y pablo berrocal garcía
Miércoles, 31 de julio 2019, 00:17
Aunque el título parezca chocante a primera vista, es obvio que, en otros tiempos, se consumieron estos bivalvos en cantidades notables en nuestro entorno. Hoy en día hay cierta animadversión a su consumo por consumirse crudos, vivos, están lejanos, son caros y sin costumbres gastronómicas.
Publicidad
Si sobrevolamos en cualquier aparato volador los márgenes agrícolas de los arroyos que atraviesan nuestra geografía, sobre todo el arroyo de la Cocosa y dispusiéramos de un 'acercapersonas', como le dice a los prismáticos mi amigo y compañero de miles de aventuras, Antonio Torres, observaríamos con frecuencia algunas piedras blancas que al cogerlas nos damos cuenta que son trozos de los caparazones de ostras, ostrones u ostiones, más bien de estos últimos por su tamaño, grosor y forma curvada. Son observables fácilmente cuando los tractores han dado una 'mano' con cualquier apero que voltee la tierra. Por cierto, estos restos que parecen tizas, los devoran las gallinas, los canarios y otras aves, por su aporte de calcio.
¿Qué hacen estos restos, caparazones de ostras, ostrones u ostiones, en cantidades notables en un lugar tan lejano de su captura?
La primera información me llegó a través de mi padre, que me dijo que cerca de las ruinas romanas de La Cocosa había existido un vivero de ostras o unos estanques para mantener vivos a estos bivalvos hasta su consumo. Él, con su sentido común y su pateo profesional y cinegético, llegó a esa conclusión.
Más tarde, en compañía de Rafael Álvarez Ambrona y Teodoro Silva 'El Risa', pateamos a conciencia los márgenes de estos arroyos y lo comprobamos. En los charcos que quedaban, cogíamos lampreas, gambusias, espinosos 'Gasterostus aculeatus' y jaramugos, como cebos vivos para pescar en el pantano de Orellana, lucios y black Black. Actualmente estos peces han desaparecido al igual que esta técnica de pesca.
El origen de estos caparazones, muy deteriorados por el paso del tiempo y por las labores agrícolas que durante siglos se han realizado en estas tierras, no es otro que el consumo de estos moluscos por los moradores de La Villa Romana de La Cocosa, que, según los expertos, se construyó en el siglo I d. C. finalizando entre los siglos VI – VIII, terminando en manos de los visigodos.
Publicidad
Estos ostrones vendrían de la costa portuguesa o de las zonas costeras de Huelva o Cádiz, donde los ostrones, hoy en día, son muy apreciados. El transporte se realizaba en carros 'plaustrum maius', cisternas o galeras arrastradas por robustos y potentes bueyes, tardando desde el origen hasta La Cocosa, alrededor de una semana. Una vez en los estanques apropiados para su mantenimiento, se depositaban hasta la hora de su consumo, y sus caparazones han llegado hasta nosotros para demostrarnos lo sibaritas que eran nuestros antepasados romanos.
Hablando de ostras, recordaremos que el término 'ostracismo', viene de ellas, porque los griegos votaban con caparazones de ostras, y el político de turno que más sacara, lo mandaban al olvido, es decir al ostracismo.
Publicidad
Recuerdo de niño, cuando acompañaba a mi padre por esa zona, como veterinario, en uno de los cortijos, detrás de la puerta de entrada y a la derecha, había un mosaico perfectamente delimitado con una perdiz de vivos colores, hecha de diminutas teselas que parecía mas bien un cuadro que un mosaico hecho de piedrecitas de colores, muy similar al célebre mosaico del Tritón procedente de la ya citada Villa Romana de La Cocosa. Me comentaba mi padre que el nombre de Cocosa, le viene por se una finca muy propensa a padecer miasis sus animales, sobre todo las ovejas; vulgarmente se llaman bicheras o coqueras, son gusanos o cocos capaces de matar a los animales que no son tratados rápidamente.
Por último, si se excavaran estos arroyos, se encontrarían, capiteles, columnas, y otras piedras arquitectónicas, porque se usaron hace muy poco para represas y sobre todo para pasiles, badenes y salta charcos, y alguna vez he oído que algunos sillares de nuestra iglesia son de La Cocosa.
Publicidad
Que esta pequeña aportación sirva para animar a nuestras autoridades a implicarse un poco más en estas ruinas.
PRIMER MES GRATIS. Accede a todo el contenido
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión